Me pidieron que busque en internet textos de los autores que vimos para la actividad anterior y eligiera uno, pero no hice caso porque no hizo falta buscar. En el momento donde el profesor mencionó la consigna me vino a la memoria (casi no hizo falta buscar ahí tampoco) este cuento de Rodolfo Walsh, Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto). Aporta una nota de Página/12 que fue publicado originalmente en la revista “Leoplán” en 1955.
Me crucé con este cuento por primera vez hace siete años, en un compilado de textos literarios de un manual escolar. Me llamó la atención desde ese primer momento por varias cosas. Lo más evidente es su estructura, ordenado en doce partes o actos, cada una de ellas, exceptuando la última, con no más de seis oraciones en cuatro o cinco bajadas. Al leerlo encontré un texto increíble. En cuanto a contenido es un policial. Y la genialidad radica en que es un gran policial, con una resolución de una trama compleja que recuerda a las deducciones de Dupin o Holmes, pero en una versión minimalista. Lenguaje sencillo, mucho diálogo, oraciones concisas. Pocas palabras, pero bien elegidas. Recursos también sencillos. La repetición del formato de cada “acto”, y de la estructura de cada oración dentro de cada uno lo hace muy dinámico de leer. Pero además la simpleza de las mismas logra un efecto poético muy potente. Cada vez que aparece, siento como la palabra “muerte” (o su campo semántico) se sale de la pantalla o el papel y hace eco en la habitación donde me encuentro.
Escribir un cuento que sea muy sencillo pero tenga una trama compleja y un resultado excelente es muy difícil, y digno de destacar.
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