30/8 - 8/9 – Protocolo de “Cabeza de bebé gigante”
30-8
Voy a escribir este cuento sin saber muy bien de qué va, cúal es el punto al que quiere llegar. La verdad, es esa misma la sensación que me causó leer Ocio, así que creo que escribir a la manera de Casas es por ahí. Tampoco es la primera vez que lo hago: en Memorias del calor partí de la primera oración y me mandé. Al igual que esta vez, el narrador contaba introspectivamente, en primera persona, sucesos de su juventud. Y lo escribí de un tirón, en una noche o quizás una noche y un par de horas más. No creo que corra la misma suerte con este, pero supongo que se dejará escribir. La idea es partir de un punto e ir dejándose llevar. Elegí ampliar la vez que el narrador va con Asterix a ver box en Yupanqui. Con el agregado de que estaba drogado. Esto ya da para linkear con varias cosas: Asterix, la internación... No sé todavía qué alucinó. Quizás una cabeza de boxeador le cayó al lado. Me gustaría que pasara algo más, como el satori en el cuento de Asterix, que justifique contar todo. Voy a empezar, y si se me ocurre un final mejor, es probable que cambie el principio.
31-8
Me quemé la mano con café hirviendo. Este tipo de boludeces cotidianas re va.
Además más adelante cuando el protagonista esté drogado puede ser todo un flash.
3-9
Me gustaría, en el momento donde tengo que insertar personajes e historias que ya fueron escritas por Casas (como por ejemplo, hablar de Asterix) alterarlas un poco. Pero está difícil. Podría cambiar la vida de Asterix y cómo se conoció con el protagonista, pero sería cambiar demasiadas cosas. Bah, no son tantas pero ya empecé a escribir con el protagonista viviendo en el departamento que era de Susi. Que tampoco pude cambiar que fuera de Susi, porque como el protagonista no labura, no tendría justificación que diera con ese departamento. La anécdota de cómo se hicieron amigos, del gato perdido, podría cambiarla. Aunque creo que solo una situación tan circunstancial como esa generaría el nivel de camaradería necesario entre los dos como para que terminen yendo a ver boxeo juntos. Y la verdad, tampoco me cambia tanto dejarla como está. Ni que estuviera super inspirado.
4-9
A esto después va a haber que pasarle la tijera seguro. Ya voy tres carillas y no llegué ni al momento previo al momento de la anécdota. Y casi hago al protagonista irse del depto sin que asterix pase a invitarlo a la pelea.
6-9
Me va a costar cuando dentro de un rato mi narrador esté bajo los efectos de la merca. No es que pretenda sumergirme en una narración profunda al respecto, pero desconocer en carne propia los efectos de esa droga me quita posibilidades de introducir las sutilezas que me gustaría. Voy a tener que encontrar un mix entre no darle mucha bola al hecho de que esté drogado, y meter algunas cosas medio cliché que puedo intuir desde afuera del mundo cocainómano.
7-9
Releyendo las primeras líneas creo que sé dónde puede concluir este relato. Por supuesto, por el comienzo.
8-9 Me pongo muy gede con la continuidad y las referencias reales. Necesito que las actividades que haga el protagonista tarden un tiempo razonable. Supongo que una velada de boxeo puede empezar como tarde a las 00. Entonces desde su casa y calculando el tiempo que puede tardar en venir el bondi a esa hora debería salir a las 23. O sea que si a la nochecita estaba encarando para el bar Astral y quiero que de ahí vaya al cine entre pitos y flautas ya son las nueve así que tendría que ser una película de hora y media aprox y de la época (que ni siquiera sé bien en qué año están y ya eso me rompe el corazón). Así que al final me rendí y va a decir que no llega a ir al cine. Pero no sabés el tiempo que estuve investigando posibles películas.
27/6 - 1/7 – Fotis
La esquina de una plaza a una cuadra de una avenida es un lugar de movimiento. Pero en estos días es menor que el habitual. En las fotos apenas se logran ver algunas personas si unx se esfuerza un poco. La cantidad de bicicletas en una de las pocas estaciones que sobrevivieron tampoco está variando mucho. Siempre al borde de las quince que entran. En este momento me fijo y son catorce. Las mismas que hace dos días cuando me fijé por última vez (y primera en mucho tiempo). El movimiento persiste únicamente en dos cosas: las nubes y las bolsas. Las nubes: aunque nosotrxs paremos el tiempo sigue su curso. Las bolsas: esa imagen medio posapocalíptica de la basura (aunque sea reciclable) que se acumula. La pandemia cambia prioridades y el reciclado deja de ser una. Tiene algo de lógico y algo de contradictorio a la vez. Sin embargo, lxs vecinxs (que tanto les gusta nombrar a nuestro gobierno en la Ciudad) seguimos sacando los reciclables, supongo que más por inercia que por conciencia ecológica. Por eso elegí este lugar para fotografiar: muestra bien este momento. Naturaleza, sanidad, rutina.
No me salió del todo bien el intento: desde hace unos días que se acumulan menos bolsas. El ploteado verde y amarillo del punto verde es nuevo, e invita a tirar todo tipo de reciclables en cualquiera de los tres agujeros circulares, detrás de los cuales espera un contenedor. Antes cada uno era para una categoría distinta. Pero ya nadie los separaba una vez que los recogían. De hecho apenas los recogían. Los tres contenedores se llenaban al punto de que de los agujeros mismos salían los elementos. Dejaba de haber espacio y las bolsas y residuos sueltos se acumulaban en el piso. No sé si esto que implementaron ahora está mejor, pero por lo menos es más honesto.
23/6 (quizás siga en proceso)
Lavand y Dolina son dos personajes que ya conocí con su fama adquirida. O sea, no es que los descubrí, cuando los ví/escuché por primera vez, sino que comprobé lo que de ellos ya sabía, o ya me habían anticipado. Llevaban muchos años ya de experiencia y de desarrollo de su propio estilo, e incluso hacía mucho también que tenían fama de ello. Experiencia y estilo que los había vuelto grandes contadores de historias. Iba a poner "oradores" pero prefiero recalcar que para poder contar bien algo se necesita de un montón de cosas que no tienen solo que ver con el léxico ni con lo foniátrico (que igual sí, son importantísimos). El ida y vuelta que juegan con el público, las pausas que meten en sus relatos para introducir comentarios, para hacer una pregunta, aunque sea retórica, o un vocativo que vuelva la atención al espectador/oyente, o tan solo una pausa, como para terminar de procesar lo que se viene contando. Lavand, por ejemplo, termina su acto y se para a saludar, antes de introducir a Li Po y hacer una segunda parte.
Lavand habla lento como hace sus juegos, con una articulación muy clara. Habla lento pero sin ninguna pizca de duda en su decir: suena fuerte y seguro. El hablar lento y bien articulado le deja la posibilidad de hacer valer los cambios de ritmo, las pausas, los matices, o como él mismo dice, la música, los cantitos, para resaltar frases o palabras, rematar ciertos momentos de la historia, dejar abierto otros...
Dolina, en cambio, adopta un estilo menos solemne. O en realidad, es solemne, pero distinto. Conserva la solemnidad del que habla y corta el aire, el que habla sabiendo que va a ser escuchado en silencio. Pero lo que cambia es la posición frente a quienes habla. Si Lavand le habla a un estrado (lo cual es lógico, porque necesitan poder ver el juego que está haciendo), Dolina en cambio le habla a un compañero de mesa de café. Entonces se permite un habla más descontracturada, tanto en el léxico (que dicho sea de paso, tiene súper amplio) donde puede irse para el lunfardo como también contrastarlo con palabras más eruditas (porque en definitiva lo descontracturado también está en eso, en no mantener un único tipo de discurso); como asimismo en el tono que adopta, se permite balbucear por momentos, cambiar el ritmo y acelerar algunas partes, estirar algunas palabras...
Por otro lado, está muy bien manejado en el relato en el detalle de que arranca y termina hablando de los estilos weng y pi, dándole una circularidad a la anécdota.
Iba a anotar algo más pero me olvidé.
31/5 - Escenas del arafue: Transportes
Caminando por Alvarez Thomas me pareció ver a una persona (me pareció mujer, pero no sé de qué edad) dando vueltas en bicicleta por su terraza. Una linda terraza, fue la primera vez que la noté, aún cuando está muy expuesta a la calle. No sé si esa escena estaba sucediendo realmente o si fue una ocurrencia mía, pero era tristísima. Me daba una sensación (poniéndome en el lugar de la persona que da vueltas en bicicleta por su terraza, donde apenas si puede dar un par de pedaleos) de soledad y resignación. ¡Ah, la angustia de estos tiempos de mierda que estamos viviendo! Tenía unas ganas de poder tomarme ese 44 (unos metros más adelante sería un 65) que venía hacia mí e irme al Monumental, este año quería empezar a ir a la cancha más seguido.
Seguí caminando y pasó un 140, viejo soldado de tantas batallas, aquel que tomaba con frecuencia el año pasado para ir al cbc, con el que podría irme hasta Villa Urquiza, a cuadras de la General Paz, donde vive un amigo. Mientras, casi a la vez, en la mano de enfrente pasaba el de sentido contrario, el que llega hasta Correo Central, ese que debería estar tomando los jueves a eso de las 20, para bajarme en Cabrera y Medrano, enfrente del Café Cortázar, y caminar media cuadra hasta la radio.
Pasó un 93, de esos bondis a los que uno le toma cariño por lo irremediablemente necesarios que son, por más que no sea una maravilla, y una cuadra después ya era Teodoro García, por donde doblaba el 168 hacia la avenida. Tardé en querer al 168, antes lo ninguneaba bastante. Sobre todo cuando debía volverme desde la zona de Cabildo y Juramento a mi casa, porque era, de las opciones viables, el que más lejos me dejaba. Pero con el tiempo lo empecé a encontrar más útil para otros recorridos. Me ha salvado a la vuelta de noches de juerga o radio esperando en la Córdoba palermitana. Este año debería haberme llevado muchas veces hasta Cabildo y Ramallo para laburar.
Y llegué hasta Federico Lacroze, y extrañé tomarme un 42 hacia Villa Crespo una vez por semana para jugar al fútbol con mis amigos; y lamenté no ver ningún 184 dando sus primeros (o últimos pasos), como para incluir en este repaso a él, que acompaña al 168 en su excursión hasta Vicente López, y que muchas veces tomé, cuando me falló el tren, para ir a lo de mi psicoanalista en el bellísimo barrio de Florida; y me pareció ver que a lo lejos asomaba el 42 que los fines de semana, y contrario a lo que esperaba, nunca me dejó de garpe, yendo hasta el Monumental pero para ver fútbol femenino, que no implica cortar los accesos, por lo que me puedo bajar en la entrada del club.
Doblé en Olleros pensando que en este recorrido no había aparecido el 151, el más querido, de recorrido clave, similar al 140 para un lado, pero con una frecuencia mucho más atenta; al 168 y 184 para el otro. Pasó un 90, y mientras pensaba si ameritaba que entrara en esta lista de viajes cotidianos me distrajo un auto que con su ventana abierta dejó la estela de Salando las Heridas. Continué la canción, cantando por debajo del barbijo mientras caminaba.
31/5 - Escenas del arafue: Palomas
Hoy había muchas palomas dando vueltas por la cuadra de la plaza. Volaban en bandada, se apoyaban en los cables eléctricos, en el cruce de calles. En los cables paralelos a Virrey Arredondo en la ida; en los cables paralelos a Delgado en la vuelta. Una de ellas me pasó volando cerca. Lo suficiente como para que yo corriera un poco la cabeza, aunque era evidente que ella ya desviaba su camino más a la izquierda de donde estaba yo. No fue tanto como para verla venir hacia mí en cámara lenta. Eso me pasó una vez, hace unos años. Una paloma voló hacia mí tan en línea recta, tan a la altura de mis ojos, que pensé que irremediablemente íbamos a chocar. Y fue tan de repente que lo único que pude hacer fue verla venir hacia mí. No debió haber sido cosa de dos segundos, pero volaba con tanta armonía, planeaba casi, con tanta decisión, una línea perfecta hasta mi cara, que solo la contemple. Y sí, parecía en cámara lenta. Como en las películas, o los libros, donde un personaje antes de morir recuerda toda su vida en cinco segundos. Una distorsión del tiempo de ese estilo.
7/5 - Conversación de wpp (fragmentos)
Un homenaje espontáneo a Les Luthiers y un descubrimiento interesante: La Danza es un re nombre para una pizzería notable/de barrio.
Kenia: Exactamente ahora dandome cuenta que parece que es el cumplealis de alguien en esta casa y yo me fui a dormir antes de que canten el fc
Kenia: Igual re amargos, no hicieron torta
Iván Taube: Puede ser una torta de limón o chocolate amargo que sea poco dulce
Kenia: nono yo me referia a la musa de la danza
Kenia: Ther psicore
Iván Taube: Ah... Pizza! Pero venías hablando de tortas estoy seguro
Iván Taube: No conozco La Danza, es una pizzería de ahí de villurca?
Iván Taube: Horno de barro o a la piedra?
Kenia: Nono, doctor, no me diga que no conoce a Ther Psicore, ni a las Musas
Iván Taube: A Mauas? Cómo no lo voy a conocer
Kenia: la Musa, como Euterpe... Y... Otras
Kenia: La de la limpieza
Kenia: La gamusa
Kenia: No la Muzzarela
Kenia: Ther Psicore la musa de la danza, porque baila
Kenia: Mauas seguro que la conoce
Iván Taube: No sé, no es su barrio
Iván Taube: @Mauas ubicás La Danza? Al parecer es una pizzería de villurca
Mauas: Nop
Kenia: JA Ja. No, señor
Kenia: Creo que hubo un mal entendido
Kenia: Creo saber a qué se debe
Keni: Usted tiene un problema de yustaposición, ubicación y desacato
Kenia: Un problema de YUD
Iván Taube: De Jude? Qué tiene que ver ella?
Kenia: Yo te hablé de la musa de la danza,Jajajajajajajaja acabo dr entender porqur es la muzza de La Danza y me estallé en voz alta
Iván Taube: Ah, sí, dicen que es una pizzería fenomenal!
Kenia: Doctor
Kenia: Doctor
Kenia: Me parece que usted a estado razonando por caminos sinuosos
Kenia: Usted ha estado
Kenia: Razonando fuera del recipiente
Kenia: Permitame decirle, es TERPsiiiii terpsiiicore
Kenia: Como si no me importara nada
Kenia: Terpsicore
Kenia: Ninguna pizza
Kenia: Terpsicore
Iván Taube: Y Jude?
Kenia: No es judía
Kenia: Es Terpsicore la musa de la danza, es griega
Kenia: El asunto es que es un diptongo de consonantes, un diptongonante, incluso algunos ya lo llaman diptonantongo
Kenia: Allá ellos.
Iván Taube: A todo esto si había torta ya se acabó
Un homenaje espontáneo a Les Luthiers y un descubrimiento interesante: La Danza es un re nombre para una pizzería notable/de barrio.
Kenia: Exactamente ahora dandome cuenta que parece que es el cumplealis de alguien en esta casa y yo me fui a dormir antes de que canten el fc
Kenia: Igual re amargos, no hicieron torta
Iván Taube: Puede ser una torta de limón o chocolate amargo que sea poco dulce
Kenia: nono yo me referia a la musa de la danza
Kenia: Ther psicore
Iván Taube: Ah... Pizza! Pero venías hablando de tortas estoy seguro
Iván Taube: No conozco La Danza, es una pizzería de ahí de villurca?
Iván Taube: Horno de barro o a la piedra?
Kenia: Nono, doctor, no me diga que no conoce a Ther Psicore, ni a las Musas
Iván Taube: A Mauas? Cómo no lo voy a conocer
Kenia: la Musa, como Euterpe... Y... Otras
Kenia: La de la limpieza
Kenia: La gamusa
Kenia: No la Muzzarela
Kenia: Ther Psicore la musa de la danza, porque baila
Kenia: Mauas seguro que la conoce
Iván Taube: No sé, no es su barrio
Iván Taube: @Mauas ubicás La Danza? Al parecer es una pizzería de villurca
Mauas: Nop
Kenia: JA Ja. No, señor
Kenia: Creo que hubo un mal entendido
Kenia: Creo saber a qué se debe
Keni: Usted tiene un problema de yustaposición, ubicación y desacato
Kenia: Un problema de YUD
Iván Taube: De Jude? Qué tiene que ver ella?
Iván Taube: Ah, sí, dicen que es una pizzería fenomenal!
Kenia: Doctor
Kenia: Doctor
Kenia: Me parece que usted a estado razonando por caminos sinuosos
Kenia: Usted ha estado
Kenia: Razonando fuera del recipiente
Kenia: Permitame decirle, es TERPsiiiii terpsiiicore
Kenia: Como si no me importara nada
Kenia: Terpsicore
Kenia: Ninguna pizza
Kenia: Terpsicore
Iván Taube: Y Jude?
Kenia: No es judía
Kenia: Es Terpsicore la musa de la danza, es griega
Kenia: El asunto es que es un diptongo de consonantes, un diptongonante, incluso algunos ya lo llaman diptonantongo
Kenia: Allá ellos.
Iván Taube: A todo esto si había torta ya se acabó
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