Muchas veces al querer hablar o escribir de algo, unx cede ante la búsqueda de objetividad y se dedica a hablar más de unx que de lo que aparenta hablar. El cuento del que hablo acá es uno de esos casos, y todo el texto (el mío, hablando del cuento) también. Es un texto medio escrito a los apurones, no por falta de tiempo (de hecho fue escrito en varios días, de a fragmentos cortos y en intervalos largos) si no por falta de ganas. Un texto, que habla sobre la ansiedad y las sensaciones que atraviesa la protagonista en el cuento, escrito con hartazgo. Un cuento sobre la ansiedad. En estos tiempos tan locos que vivimos. Escrito con hartazgo. Un texto, en fin, que distará de ser el que más me guste de los que tengo en el blog, que será de los menos revisados, de los menos producidos. Uno, sin embargo, al que le debo agradecer el espacio de dejarme tomarlo prestado y hablar - sin decir nada - más sobre mí que sobre la consigna.
Me pidieron que tomara un cuento que haya elegido algunx compañerx para su blog, que no sea del mismo autor del que había hablado anteriormente (en su momento, elegí Walsh). Yo le agregué una segunda restricción y evité que este segundo cuento sea de Soriano. De Soriano he leído bastante más que de lxs otrxs autorxs y me gusta lo que hace. De haber buscado textos desconocidos por mí para la actividad anterior, hubiera encarado la búsqueda hacia los suyos. Por eso, ahora quise reponerme buscando algo aún más inédito en mí. Pero mis esfuerzos fueron en vano porque entré por azar al primer blog que encontré con otrx autorx, y dí con un texto que ya leí y escuché, al menos en fragmentos, varias veces el año pasado. Es "La peluquería", de Hebe Uhart, aunque el año pasado, cuando llegó en pedacitos a mí, desconocía ambos datos.
El cuento está en primera persona y es, básicamente, una sucesión de pensamientos que tiene la personaje-narradora estando en la peluquería. La estructura principal del relato tiene un hilo argumental bastante sencillo; la protagonista va pasando por los distintos lugares de la peluquería: esperando mientras le aplica la tintura, en la pedicura, lavándose el pelo, cortándoselo y finalmente yéndose. La historia no está situada en un tiempo más que el presente de cualquier visita a la peluquería: es un texto de carácter cotidiano, donde describe sus sensaciones generales de cada vez que va a ese lugar, a la vez que lo describe también a él.
Si tuviera que tomar la teoría de Piglia como absoluta, afirmaría que se trata de un cuento moderno. Se piensa al cuento como el relato de dos historias, una aparente, más previsible, y la otra oculta, más enigmática, aquella que le da forma al cuento, que le da sentido a que haya un final y que hace que el final le dé sentido al cuento. Pues bien, el cuento moderno sería aquel que "abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada; trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverla nunca." Podemos imaginar a la primera historia como la rutina de la peluquería, la forma en que a medida que la protagonista se va moviendo de un lado a otro de la misma, la describe, habla sobre sus empleadxs, etc. La segunda historia sería que ese movimiento no es solo físico, la transformación no se da solo en el pelo. Hay una transformación constante en las sensaciones que va atravesando la protagonista. A medida que va cambiando su look, lo hacen sus niveles de ansiedad, de autoestima, de la percepción de sí misma. "En el espejo de la peluquería veo todas mis imperfecciones" dice al comenzar, luego de contar cómo mientras está ahí piensa en irse a otro lado. "Pienso que si yo estuviera más linda, él me atendería mejor." dice refiriéndose al peluquero, y ahí uno puede inferir que ese comentario está centrado en el otro, que el texto se trata de una reflexión sobre cómo se comporta la gente dentro de ese negocio (el cuento hace un extenso relato de eso mismo más tarde, describiendo ciertos personajes con mucho detalle, haciendo un análisis de las distintas clases sociales dentro del recinto, etc), pero rápidamente la narradora te lleva de nuevo al plano de lo personal: "Pero aunque fuera linda, lamentablemente no tendría paciencia para todas esas exigencias". La narradora juega todo el tiempo con esta dualidad entre las reflexiones que respectan más a lo exterior y las que lo hacen a lo interior. El relato, en tanto sucesión de acciones, avanza conforme lo hace la rutina de la protagonista en la peluquería, y el cuento termina cuando ésta sale del local. Pero la información que nos devela la frase final no es solo que terminó la secuencia, y, con eso, el cuento. La protagonista sale contenta. En esa aclaración, en ese adverbio, se nos confirma la existencia de la ya nombrada segunda historia. Si hasta entonces, ya desde el comienzo del relato podíamos advertir que la protagonista reflexionaba sobre sí misma más que cualquier otra acción o descripción, no es hasta el final del relato que no podemos afirmar que ese sea el elemento central del cuento. En definitiva, leemos hasta el final para confirmar si se trata de eso que intuímos o si hay algo más, acostumbrados, quizás, a la estructura del cuento clásico, el que al final devela una trama oculta que parecía marginal a lo que se aparentaba contar. Acá, al ser un cuento moderno, esa segunda trama no se esclarece del todo, pero, a diferencia de autores como Hemingway, tampoco está del todo oculta. Se visibiliza desde el principio, se mezcla con la trama más superficial y van alternando, mostrándose por momentos cada una, en oposición, en tensión, sin pretender resolverse, solo mostrarse en convivencia. Es en ese contraste que nace el interés en el cuento, en ver hasta qué punto se evidencia esa segunda trama que la narradora deja intuir pero nunca termina de mostrar del todo. Y es hasta el final que uno no puede establecer cuál es la relación entre las dos.