martes, 21 de abril de 2020

En este cuento no hay certezas; estaría siendo genial.

Comentarios de lectura de Subjuntivo, de Juan Sasturain. Leé el cuento acá:

SUPÓN QUE TE DESPIERTES

Este cuento me empezó a cautivar ni bien empezó. Creo que por dos cosas. La primera es que, al estar enunciado en subjuntivo, recuperando al alocutario dentro del relato, se percibe como un diálogo; más allá... esa segunda persona en el verbo, en el pronombre “te”; sumado al modo subjuntivo, se propone como un juego al que el escritor/narrador invita a jugar a vos, en tanto lector y automáticamente te convierte eso también en protagonista. El segundo factor de encanto de este cuento es que leía estas mismas primeras líneas con una gran extrañeza. Había algo que internamente no terminaba de cerrar. Claro, ese terreno de lo no concreto, de la duda, es cualidad del modo subjuntivo. Y, sumado a lo que dije anteriormente, el diálogo entre la consigna de escritor a lector y el relato ficticio propio del cuento, era difícil en esas condiciones establecer el alcance del segundo, entenderle la forma. Las intenciones de lo quiere el narrador que nos imaginemos al recrear la historia, el verosímil que nos está narrando no son claras. Hay una persona que reconoce algunas cosas y otras no. Como si tuviera amnesia. Pero, ¿las cosas que reconoce, las recordaba de antes? Las que no, ¿las olvidó? O quizás emergió tal cual empieza el cuento, en esa cama reconociendo algunas cosas y otras no, como si hubiera nacido, se hubiera materializado así con tan solo ser nombrado por el narrador. El modo subjuntivo impide al comienzo in medias res dejar establecido el marco. Además, la segunda persona: ¿esa persona soy yo? ¿Cómo debo plantear imaginariamente lo que estoy leyendo? Puedo yo imaginarme en esa situación hipotética, o imaginar a un protagonista de una historia concreta que el narrador está recuperando de otro enunciado y lo recupera acá contándolo en segunda persona para lograr interpelar más a su lector... creo que me estoy metiendo en terrenos muy abstractos. Puede que sea mejor no intentar explicar lo que no puedo: lo que me es extraño. Algo que sí puedo decir, pensando en frío: más adelante, cuando vas reuniendo los datos suficientes como para reconstruir la(s dos) historia(s), se olvida de que al principio uno no entendía si plantearse a sí mismo en esa situación imaginaria (yo, por lo menos, dejé de hacerlo, inventé otro protagonista conforme avanzaba el cuento, me imaginé una persona flaca, algo alta, de pelo castaño oscuro, tez blanca, mirada profunda, algo perdida. Similar a la cara de varios otros personajes que mi mente ha recreado). En todo caso, y en medio de la duda, al protagonista le era todo extraño, así que, si supuestamente podría ser uno mismo, por qué no sentirse extraño también.
Luego, me dí cuenta de algo más: todo en la historia lleva a la duda, a lo extraño. No es solo el modo subjuntivo del verbo lo que deposita a lo escrito en el terreno de la duda; en lo narrado todo el tiempo hay un juego entre cosas que el protagonista sabe o no; que el narrador explica menos o más; cosas que se van revelando, ya sea para el protagonista o para el lector o para el protagonista/lector (esa duda sigue vigente), que haya cosas concretas sin descripción, y descripciones para cosas que no están aclaradas. Hay adverbios y adjetivos que otorgan incertezas... en fin, hay una multiplicidad de recursos que hacen que todo el texto sea subjuntivo, sea algo que es y no es a la vez... “Todo el texto ES subjuntivo” pensé, justo cuando el narrador nos presentaba al personaje homónimo. 


Recién a partir del diálogo entre Subjuntivo (personaje) y el protagonista pude visibilizar la primera historia: un hombre que sospecha que no recuerda se deja llevar por las personas que tiene en su entorno intuyendo que lo que le proponen le develará el misterio; no solo el de las personas en la foto si no (si es que él no es uno de ellos) el de su propia persona. Uno puede suponer (y acertará), llegado a este punto, que tanto misterio debería ser resuelto en el final, revelándose la segunda historia, en una estructura acorde, diría Piglia, al cuento clásico. Ese final llega y se devela dicha segunda historia: efectivamente el protagonista no recordaba porque fue capturado por Subjuntivo y sus secuaces; él no era una de las personas de la foto pero sí estaba involucrado con ellos, era su asesino. Todo el cuento encierra en su relato oculto una trama de venganza. ¡Ah! Y lo que leímos es la carta que Subjuntivo le escribió al protagonista. Es decir, leímos un elemento del cuento que a la vez es el cuento. Un metarelato espiralado, como una serpiente que se come la cola. Todo en este texto es y no es a la vez. 

domingo, 19 de abril de 2020

Microcuentos

(Dos por ahora)

Consigna profética
Vas a escribir un microcuento. Incluirás un monje y un libro. Y el cuento dirá: "Vas a escribir un microcuento. Incluirás un monje y un libro. Y el cuento dirá: "Vas a escribir un microcuento (...)".

El deseo de un libro
Si tan solo ese monje supiera cómo abrirme... ojalá vengas y le enseñes.