Madrid, 26 de setiembre de 1967
A la Srta. Amy Winehouse
Londres
Estimada Señorita Amy Winehouse:
He recibido y leído su carta y conforme a su pedido no me demoro en responder. En primer lugar, encantado de conocerla, aunque sea de forma epistolar. Debo disculparme porque es cierto que no conozco su trabajo; con gusto lo escucharé si usted me envía un sencillo junto a la respuesta de esta carta. Por supuesto que sí conozco la música “rhythm and blues”, muy de moda al igual que el “rock and roll” (hace unos años vinieron a Madrid Los Escarabajos, causando todo un revuelo en los jóvenes). No es, sin embargo, mi género musical preferido: soy una persona mayor y me cuesta adquirir los gustos de las nuevas generaciones; aún hoy y toda la vida escucho los tangos de Gardel y Julio Sosa. Aunque sin duda la más maravillosa música que mis oídos han podido (y pronto lo harán de nuevo) escuchar es la palabra del pueblo argentino.
Estamos de acuerdo, como usted menciona, en la importancia que tienen la música y todas las artes en el pueblo. Tal es así que siendo Presidente firmé el Decreto "de Protección de la Música Nacional", que generó que la mitad de la música emitida en radios y otros elementos de difusión y eventos públicos fueran de artistas argentinos. Como verá, desde el movimiento justicialista cuidamos a nuestros músicos, tal como parece que, viendo los excesos de acompañantes espirituosos que usted cuenta, también hacen los británicos...
Es en verdad elogioso el reconocimiento que hace, siendo usted música, al cántico popular que entona el pueblo argentino, otrora en grandes movilizaciones junto a su gobierno, hoy, lamentablemente, en pequeños grupos bajo la clandestinidad. Quiero agradecerle las palabras de gratitud que ha tenido hacia el movimiento que conduzco y también el haberme acercado su propuesta, que encuentro genuina y desinteresada. No obstante, me temo que voy a rechazarla: tal como usted misma escribe, la Marcha actual todavía posee un valor que va en aumento, y no veo necesario reemplazarla de momento. Y, de todas formas, no me corresponde a mí el idear si tal o cual canción es entonada por los compañeros; es el pueblo trabajador mismo quien debe encargarse de ello. Por supuesto que está usted en su libertad de componer una canción de apoyo al Movimiento. Pero al respecto debo hacerle una aclaración: no es de interés del Partido el llegar al Mundo entero, como usted propone. Nosotros estamos por fuera de la lucha de dominación global. No somos ni capitalistas ni comunistas. Somos justicialistas y nuestro objetivo es construir una Argentina políticamente soberana. De nada sirve que nuestras canciones sean entonadas por oligarcas, izquierdistas o imperialistas, si no forman parte de la Patria trabajadora.
Para finalizar quiero desearle muchos éxitos en la continuidad de su carrera como música. Ojalá pueda, como usted dice, transformar toda su rabia en lucha. En mi caso, siento la necesidad de aclarar, no es la rabia la que me motiva, sino todo el Pueblo Argentino, y el deseo de conformar una patria socialmente justa. No guardo rabias, aunque tengo motivos para tenerla, ya que son muchos mis enemigos. Pero al enemigo, ni rabia ni justicia. Después de todo, son mis enemigos los que me harán volver.
Firmado: Juan Perón