Alguna vez Hemingway dijo aquello que luego conoceríamos como su "teoría del iceberg". Parafraseándola, afirma que en una buena historia, el autor puede omitir escribir cualquier parte, y el lector la percibirá. De esta forma, Hemingway se concentraba en nombrar lo aparente, dejando oculto la mayor parte de la estructura, los cimientos de la historia.
En el caso de Los Asesinos podemos ver con claridad los indicios de que hay algo más de lo que se está narrando. El texto deja explícito que hay una razón por la cual los dos asesinos buscan a Ole Anderson para matarlo, pero nunca se aclara cuál. Y también, queda claro que lo vivido impactó tremendamente a Nick, quien al final dice que quiere irse del pueblo. En clase, una compañera mencionó que la "historia oculta" podría tratarse de las distintas formas en que las personas pueden reaccionar a la muerte, o a un evento traumático. Desde la resignación de Ole al juego que se produce entre el cocinero, viejo y consciente de que se trata de algo real, peligroso, y ante eso lo niega, prefiere no tener nada que ver, y Nick, joven, más aventurero para abordar el tema (se acerca hasta Ole) aunque también termina queriendo huir de la misma, pero en otra clave, en la de que todavía piensa que le puede escapar a la muerte. Hay también cierta ironía con la tragedia en el cuento. Contrario a lo que suele suceder en los relatos griegos, en donde el protagonista fracasa en evitar el destino trágico, Ole acepta su destino, se resigna a que su final es inevitable, y es precisamente por esa resignación que esa tarde no muere. En realidad, todos a su manera parecen recibir el impacto de la situación que acaban de atravesar. Pero nada de esto es tocado en el cuento ya que el narrador tiene una focalización casi nula en los personajes. Lo único que se le escapa es el dato (ni imprescindible ni intrascendente) de que era la primera vez que Nick había estado atado. Todo lo demás se limita a una descripción gráfica, visual. Pareciera como si el narrador estuviera observando toda la escena y se limita a describir lo que vé y a transcribir los diálogos. En ellos se apoya todo el transcurso de la historia, como una obra de teatro.
Hay algo de cinematográfico también en El gran río de dos corazones. En este caso no hay diálogos, pero el narrador sigue centrándose en describir lo visual. En el cuento anterior, se habría un plano general, como una cámara fija, que dejaba ver los acontecimientos. Aquí, el ritmo de la historia es muy lento, y la "cámara" va deteniéndose en los detalles del paisaje, en las descripciones en general; de los objetos, de los procedimientos ante situaciones mínimas, como el armado de una caña para pescar. En este caso, de todas formas, el narrador sí está enfocado en el personaje y va contando cómo se siente a lo largo que transcurre el relato, pero en general comentando sobre el momento que se encuentra relatando, pocas veces hace comentarios generales o de hechos anteriores que nos revelen algo más que lo que está transcurriendo en el plano principal de la historia. Lo que podemos recolectar, entonces, es que el cuento se trata de cómo Nick llega a un pueblo destruído, que parecería haber sido su hogar tiempo atrás, aunque poco le importa el pueblo en sí porque se pone a remontar el camino río arriba, y entendemos que el cuento se trata de un hombre que vuelve a un paisaje conocido a desconectarse de la sociedad y encontrarse con la naturaleza y con sí mismo. Elementos externos al cuento nos hacen poder entender que en verdad ese personaje quería hacer ese viaje para relajarse luego de haber estado en la guerra. La verdad es que no pude encontrar elementos en el cuento que den pista alguna de eso.
Un lugar limpio y bien iluminado deja de lado esta idea del recurso cinematográfico. El narrador toma una presencia algo más importante al principio, revela datos de los personajes (como que el viejo era sordo), hace comentarios (critica cómo se dirige el camarero joven al hombre viejo cuando le niega la segunda copa). El relato se centra primero en la conversación entre los dos mozos (pero una, a diferencia de la charla inicial en Los asesinos, con un contenido más directo con el resto del cuento, con menos descripción escénica) y luego, en los pensamientos del mozo más viejo, en ese recurso muy interesante en el que desarrolla una especie de fluir de la conciencia que usa también como pasaje espacial: cuando termina, el personaje estaba en otro lugar, y aún sin haber indicado aquello, se entiende perfectamente: uno se puede imaginar desde la visión del mozo viejo caminando vagamente desde el café hasta cualquier bar. Obviamente que a pesar de tener una participación más "activa" en cuanto al conocimiento (o de conocimiento revelado) sobre el interior de los personajes, el narrador sigue sin develar el trasfondo de la historia. Lo que se aprecia es la conversación entre dos camareros mientras un último cliente consume solo y sin prisa. En la conversación uno de los mozos, el más joven, se muestra impaciente por que el cliente (viejo, sordo) se vaya; el otro, de más edad, tampoco tiene prisa. Aquí creo que al igual que en Los Asesinos está esa oposición entre juventud y vejez, y la relación de cada una con la ansiedad, la soledad, la muerte. Al mozo joven lo pone mal tener que retrasar su vida por ese viejo sin más pretensiones que de beber y morir, porque considera que está perdiendo su tiempo en alguien que ya está perdido. A la vez, puede que le produzca también una sensación de angustia el saber que en algún momento futuro ese puede ser él. En cambio, al otro mozo, que se muestra más paciente, y se puede atribuir eso a una menor ansiedad fruto de la experiencia; demuestra que tiene empatía por ese señor ya que el está en un lugar similar. Si el joven no quiere llegar ni a tener miedo de ponerse a pensar en terminar como el viejo, el más grande se reconoce en ese grado de soledad y probablemente sepa que no le queda tanto tiempo hasta llegar a la vejez, y entonces, se siente reconfortado con ver gente como él, por eso gusta de mantener el bar abierto, de la importancia de que sea un buen lugar para pasar la soledad y la espera a la muerte.